La Virgen de Tiscar es la patrona de Quesada y de todos los pueblos y villas del Adelantamiento de Cazorla y junto a su bendito Hijo, el Santísimo Cristo del Consuelo de Cazorla, conforman las dos grandes devociones de estos pueblos del Alto Guadalquivir.
El primer sábado del mes de mayo, tras una misa de despedida, es llevada desde el Santuario a Quesada entre la expectación fervorosa de los quesadeños. Es lo que se conoce como "La Traída de la Virgen". Esta tradición se remonta al año 1.780, cuando la Virgen bajó por primera vez a Quesada en acción de gracias por una epidemia de peste.
Ha llegado el momento del adiós, y las gentes de Belerda, Don Pedro y Tiscar se despiden de Ella rezándole la Salve a Nuestra Señora de Tiscar, también conocida como Salve de Belerda.
Las fachadas de las casas se blanquean con esmero, los balcones se engalanan y se perfuman de flores..En Quesada, todo está listo para la llegada de la Virgen.
Y llega el momento del traslado.
La Virgen cubierta con un guardapolvo, en una carroza realizada por Pedro Mercado, es acompañada desde Tiscar hasta Quesada por una larga caravana de coches y carrozas adornadas con ramas de pino, romero y flores.
Una vez llega a Las Higuerillas, es bajada de su carroza y es trasladada a hombros hasta la Cruz del Humilladero donde es esperada ansiosamente por un elevado número de fieles que le cantan la Salve.
Entre una nube de pétalos, la Virgen y su bendito Hijo son trasladados al son de la Marcha Real hasta la Iglesia de San Pedro y San Pablo de Quesada.
Al entrar en la Iglesia, se canta de nuevo la Salve mientras la Imagen es rodeada por niñas y jóvenes vestidas de patanas (para la mujer faldón largo rodeado de dos franjas negras, delantal bordado con oro y lentejuelas, corpiño sin mangas, camisola y un pañuelo a su alrededor atado con un nudo en la delantera y para el hombre calzón corto con bolillos a los lados, camisa rizada rodeada por una faja en toda la cintura y chaquetilla corta con caireles cubierta por los puños y adornada con oro y negro y en la cabeza pañuelo con cuadros atado a un lado y cubierto con montera) que le presentan sus ofrendas de flores y albahaca.
Al día siguiente por la mañana se celebra una misa solemne concelebrada por todos los sacerdotes de la comarca, dando comienzo por la tarde las "flores o salves" que se prolongarán durante todo el mes de mayo con ofrendas florales diarias.
Mañana cuando te traigan
desde Tiscar por senderos
alfombrarán el camino
con flores, cantos y rezos
y entre susurros del viento
que fecunda tus jardines
con perfume de jazmines
te bajarán con esmero.
Es mi Madre la que llega
como el sol de la mañana
a este pueblo que reclama
tu luz en la primavera.
Y te traerán orgullosos
entre aromas de romero
a paso tranquilo y lento
con amor y con primor
a golpes de corazón
y poniendo el alma en ello
porque cuando así te llevan
en sus hombros los anderos
te doy mi palabra yo
palabra de pregonero
que como ahora en Quesada
te pasearán por el cielo.
Y cuando el sol se me apague
en mi suspiro postrero
hazme vivir para siempre
contigo entre los luceros.
Dios te salve, Virgen pura
Reina del Cielo y la Tierra;
Madre de Misericordia,
de gracia y pureza inmensa,
vida y dulzura en quien vive
toda la esperanza nuestra.
A Ti, Reina, suspiramos
gimiendo y llorando penas
en aqueste triste valle
de lágrimas y miserias.
Ea, pues, dulce Señora,
Madre y abogada nuestra,
esos tus hermosos ojos
a nosotros siempre vuelvas.
Después de aqueste destierro
en el cielo nos des muestra
a Jesús, fruto bendito,
de tu vientre hermosa perla.
¡Oh clementísima aurora!
¡Oh piadosísima Reina!
¡Oh Dulce Virgen María,
por nosotros siempre ruega
para que seamos dignos
de alcanzar la gloria eterna.
¡Viva la Virgen María!
¡Viva la blanca azucena!
¡Viva la que vino a ser
en los cielos Madre nuestra!
Amén, Jesús, con que acaba
la Salve de aquesta Reina.
Y en diciendo Ave María
hasta los infiernos tiemblan.
Qué pasa que está la noche
insomne en su madrugada,
que las estrellas del cielo
se hacen de azúcar y nata,
que anda la mañana al viento
derritiéndole la escarcha,
que la luna va despacio
para quedarse callada,
en un rincón de las horas
y observar ensimismada.
Qué pasa que por los campos
hay primaveras sagradas,
que las nubes tras las peñas
se han hecho palomas blancas,
y hasta el sol ríe en el fuego
alegrando la jornada.
Qué pasa, que está pasando
que a todo le crecen alas,
que todo se hace de amores,
todo de flores, de nácar,
de besos, de risas nuevas,
de colores, de campanas,
que todo se hace de fiesta,
todo de paz y alabanzas.
Qué pasa por estas calles
bellísimas, encaladas,
y por qué de los balcones
cuelgan ricas filigranas,
flores, lazos, corazones...
Qué pasa niño, qué pasa
que tu inocencia se eleva
y tu sencillez se agranda,
que tus ojos, mujer noble,
son tan claros como el agua,
y tus manos, hombre sabio,
tan limpias como Dios manda.
Qué pasa, qué está pasando,
quesadeños, en las plazas,
que hasta Zabaleta pinta
árboles color de plata...
Ya sé qué pasa. Lo siento,
lo veo aquí, en las entrañas,
que va la Madre de Dios
saliendo de su morada
en donde pasa el invierno
para hacerse fuego y llama,
y anda entrando en este pueblo,
camino de nuestras almas.
Ella, el río, el mar, la fuente,
la llanura, la montaña,
la fe, la paz, la ternura,
el consuelo, la esperanza,
la belleza, el gozo eterno,
la música que no acaba,
la princesa azul, la reina
entre reinas coronada,
Ella, la Virgen de Tiscar,
la alegría de Quesada.
(Ramón Molina Navarrete)
Retama del retamar,
dame tu olor a Quesada,
llévame por las esquinas
de cal nueva y piedra blanca
y afílame la oración
que me aprieta la garganta.
¡Ay que cerca el olivar,
la Virgen y las campanas!
Campana de la alta torre
alegra tu bronce y canta
que ya están en mi balcón
los geranios y la albahaca
y hay estreno de algo antiguo
por el aire de la Plaza.
Prended bien en mi camisa
seis pasadores de plata
que he de llevar a la Virgen
por los caminos del alba.
¡Ay como tiemblan las velas
en temblor de madrugada!
Retama del retamar
dame tu olor a Quesada,
que ta se estará quebrando
el cantar de las guitarras
y yo traigo coplas viejas
por el bordón de mi entraña,
coplas de trigo y de adelfas
en fandangos y serranas.
¡Ay que cerca el olivar,
la Virgen y las campanas!
(Por estos viejos caminos)
Antonio Navarrete
La Virgen cubierta con un guardapolvo, en una carroza realizada por Pedro Mercado, es acompañada desde Tiscar hasta Quesada por una larga caravana de coches y carrozas adornadas con ramas de pino, romero y flores.
¡Como desfila la Virgen
de Tiscar, la Coronada,
por los pagos del Vadillo!
dosel de una bella estampa,
toma la cuesta empinada.
Ya está la Madre de Dios,
ya está la Madre de Tiscar
en la carretera verde,
en la carretera blanca.
La Virgen vendimia besos,
vivas, suspiros y lágrimas;
y es la carretera verde,
y es la carretera blanca,
mosaico de amor y fe
de casticismo y de Gracia.
Le mandan besos las fuentes,
los arroyos y cascadas,
y el cielo azul se acribilla
de luces de oro y de plata.
(Pedro González León)
La Cruz del Humilladero
es un río de fe y de almas
que desemboca entre cohetes,
lágrimas, y miles, miles de palmas;
estampa antigua de siglos,
mas siempre fresca y lozana
porque la fe no envejece,
porque la fe es como el agua
que nace, susurra y corre
siempre alegre, nueva y clara.
(Pedro González León)
La Santa Virgen de Tiscar
entra triunfante en la Plaza,
en la plaza de su pueblo,
entre vítores y lágrimas.
La Virgen, ríe, sonríe,
la Virgen está contenta
porque en Quesada, su pueblo,
es Patrona, Madre y Reina.
(Pedro González León)
Campesinos con traje típico de Quesada
La Traída de la Virgen
Es la fiesta de la Madre
que a su lado nos congrega
a los hijos de Quesada
y a cuantos de lejos llegan
te cantamos jubilosos
Madre de Dios
Madre nuestra.
No te traemos coronas,
mantos, joyas, ricos dones
te damos nuestro cariño
Reina de los corazones.
Unos te alzaron ermitas
otros te llenan de flores
nosotros te proclamamos
Madre feliz de los pobres.
Mientras la Virgen permanece en Quesada, en el Altar Mayor del Santuario se coloca un cuadro de la Virgen.
En el Programa de Fiestas del año 1951, se publicaba esta poesía de Rafael Láynez Alcala dedicada a Rafael Zabaleta, titulada "Brío y color de la Feria de Quesada" :
Feria de Agosto en Quesada,
pinturas de Zabaleta,
que ha mojado sus pinceles
en color de gracia nueva
y ha retenido en el lienzo
el aire de estampas viejas.
¡Ay que rico está el turrón
y que ricas las almendras!
Huracán de remolinos
levanta dulces tormentas
junto a las confiterías
que los chiquillos acechan;
los ojos de las muchachas
relumbran como centellas;
papeles de colorínes
se alargan en cadenetas;
bombillas de mil colores
alumbran las faltriqueras.
Los fuegos artificiales
dejan las bocas abiertas.
Las mocícas, sus pañuelos
por las mañanas despliegan
porque es la Virgen de Agosto
y en la Parroquia es la Fiesta
Mayor de los Hortelanos
que estrenan camisas nuevas.
Todo el campo de Quesada
se vuelca sobre la Feria,
vibra en colores sencillos,
bebe, canta, ríe o reza,
porque la Virgen de Tiscar
les aumentó las cosechas
y hay promesa de aceitunas
de la campiña a la sierra.
Pasen, señores, sin miedo,
va a comenzar la verbena;
suban a los caballicos
y den en la noria vueltas.
Disparos de tiro al blanco
huyen de las escopetas
y en la rifa le ha tocado
a esta niña una muñeca.
Color, color, mil colores
se amontonan en la Feria
para colmar el jardín
y toda la carretera.
Ya Rafael, en su moto,
viene de Fique y de Béjar
deslumbrado en remolinos
de color que le dan vueltas
para prenderle en el alma
la gracia de una paleta
que en su campo y en su pueblo
llora, canta, ríe o reza
con ese caudal del Arte
que se vive o que se sueña.
¡Feria de Agosto en Quesada
alegría de la Feria!
¡Helados de corte y cono!
¡Va a comenzar la verbena!
¡Ay que rico está el turrón
y que ricas las almendras!
¡Rafael te brindo el garbo
de mi admiración sincera!
Partirá al amanecer desde la Cruz del Humilladero ya en la carroza y con el guardapolvo puesto, motivo por el cual se celebran previamente varios días de animada feria en Quesada durante la segunda quincena del mes de agosto, aunque durante todo el mes se realizan diferentes actos, destacando las actividades deportivas, culturales y verbenas populares organizadas por el Ayuntamiento, así como el reconocido y valorado Concurso Internacional de Pintura "Rafael Zabaleta" que se lleva a cabo durante este mes.
El fin de las fiestas supone la despedida de la Patrona, la Virgen de Tiscar, cuya imagen regresa al Santuario el día 29 de agosto por la mañana haciendo el itinerario inverso al de La Traída, donde permanecerá hasta el primer sábado del mes de mayo del año siguiente.
Parece ser que antiguamente acompañaba a la Virgen una insignia, hoy desaparecida, conocida como "Gran Guión" o "Guión Milagroso", que era una vara de aproximadamente tres metros de largo con cintas de colores en la parte superior y que según la leyenda, sirvió de báculo a San Hisicio. El Guión iba delante de la Virgen y hasta que este no se ponía en movimiento, la Imagen no podía moverse.
La Fiesta de Tiscar se celebra el primer domingo de septiembre y parece ser que los orígenes de esta fiesta se remontan al siglo XIV con motivo de la rendición del Castillo el día 25 de mayo del año 1319. A la celebración eucarística le sigue una fervorosa procesión por los bellísimos parajes del Santuario.
Hasta no hace muchos años, era frecuente una costumbre hoy perdida consistente en ofrecer a la Virgen animales y grano como acción de gracias y que después de tasarse, se subastaban el segundo fin de semana de septiembre. Esta subasta era conocida como "La Póstula".
El escritor y poeta pealeño Rafael Láynez Alcalá, así describía la Romería de Tiscar, en un artículo publicado en el diario La Regeneración en Septiembre de 1.920. Sin duda una joya de artículo.
" El cronista, que durante todo el verano ha vivido en la dulce calma de estas sierras magestuosas, asiste por primera vez a la clásica fiesta en la que los hijos de esta región exteriorizan sus sentimientos religiosos para honrar a su Madre Inmaculada bajo la gloriosa advocación de Nuestra Señora de Tiscar.
Siguiendo tradicionales costumbres, la venerada esfigie la trasladan desde la Iglesia parroquial de Quesada al lindo Santuario que, como blanca paloma, se reclina sobre los luminosos alcores de estas abruptas fragosidades y aunque fue muy edificante y consolador el espectáculo que ofrecieron estas gentes sencillas al recibir a su Diosa, en la mañana del pasado día 29, lo fue mucho mas el de la festividad del día 8.
Desde los mas apartados rincones de la comarca, y unos días antes de la fiesta, van acudiendo los romeros; la plaza del santuario se engalana con los típicos tinglados de las ferias populares; a uno y otro extremo de la plaza se han levantado unos graciosos arcos de triunfo, adornado con banderolas y farolillos.
Y en la mañana del día 7, dan comienzo los festejos a los marciales acordes de una musiquilla popular: los romeros, en número bastante crecido, inundan los pintorescos alrededores de la ermita, ofreciendo un cuadro animadísimo de vigoroso color y de amplio movimiento. Muchos vienen descalzos, con los pies sangrantes y anheloso el respirar, vislumbrando con los ojos de su ciega fe un alivio a sus pesares, tal vez imposible, que hará florecer la Virgen de Tiscar; otros muchos, llegan por los senderos andando de rodillas, sudorosos y compungidos, avanzan lenta y dolorosamente a postrarse ante la imagen milagrosa, que les obró tal cual beneficio. Sobre el balcón de la Postula se ha izado la enseña gloriosa, oro y sangre, de nuestra bandera y los romeros acuden a depositar sus ofrendas devotísimas, llevando sobre los hombros los típicos estadales de la virgencica morena.
A las ocho de la noche resulta casi imposible dar un paso por la plaza; diversidad de gentes han acudido de todas partes, deseosas de ofrecer sus plegarias a la reina de nuestros corazones. En la plaza se quema una hermosa colección de fuegos artificiales y el cronista, que contempla desde la altura de una roca el espectáculo, que se ofrece a sus pies, ha visto volar sobre su cabeza unas estrellas luminosas que eran como corazones...los cohetes derraman sus lágrimas de luces, la banda de música entona sus armonías populares y las campanas del santuario voltean locamente, cantando la férvida oración de una fe pura...y hasta nosotros llega el rumoreo de la multitud, semejando los latidos de un corazón gigantesco; hay olor a pólvora ; las luces se envuelven en su caperuza de humo y de polvo; gritan las gentes, callan las campanas, una y otra ves restallan los cohetes y la música bullanguera y popular continua derramando sus armoniosas estridencias, en tanto que las gentes se entregan a las múltiples delicias de las fiestas populares; aquellos pastores engullen buñuelos y beben aguardiente; esotras parejas bailan al aire libre el típico fandango belerdeño, que nos ha parecido una danza primitiva, al oír su música de guitarra y platillos; estotros ofrecen a Baco sus continuas libaciones y todos llevan en sus caras retratada la alegría. Ya mas adentrada la noche, el espectáculo es mas interesante; en todos los ribazos, sobre las rocas, se agolpa la multitud para dormir en promiscuidad con la cabalgaduras que trajeron. La casa de la Virgen, asilo gratuito de los romeros, es insuficiente para contenerles; ocupando todas las habitaciones, desbordándose por corredores y escaleras, se amontonan las gentes para pasar las horas de la madrugada amenizadas con la gritería de los borrachos y de los pícaros que, con sus agudezas y decires, a voz en cuello, son nota típica de esta fiesta popular.
Y amanece el día 8, día de regocijo inusitado, hasta la naturaleza parece favorecernos, ya que para evitarnos el calor sofocante ha entoldado su cielo con ligeras nubecillas; continua la animación de la noche precedente, y es la nota mas interesante del día, la solemnísima procesión de Nuestra Señora de Tiscar. Las blancas paredes del santuario están engalanadas con banderolas multicolores; sobre el altar de la Virgen lucen las candelas que los devotos la ofrecieron, y entre flores y luces aureolada por el incienso, la reina de Tiscar, pequeñita morena y milagrosa, es como un lirio refulgente que consolara nuestros corazones. Un devoto le ha traído un rico manto de terciopelo azul y bordaduras de oro que ostenta la Virgen en esta festividad.
Nosotros subimos al castillo que domina el santuario, queremos admirar el efecto de la monumental procesión desde aquellas escabrosidades, y es poco todo lo que podamos decir para describiros esos momentos de entusiasmo público. Miles de cohetes atruenan el espacio, restallando sordamente entre las oquedades de la Sierra, las campanas dicen sus cantos triunfales en volteos vertiginosos, la multitud se agolpa en la puerta del santuario, surge una larga fila de gallardete y estandartes, mostrando la policromía de sus sedas y bordados; la masa humana oscila pesadamente y bajo el dintel de la puerta se nos aparece la milagrosa efigie de la Virgen de Tiscar.
Nuestro corazón se ha sobrecogido ligeramente al restallar los cohetes con mas fuerza; llegan hasta nosotros las bravías notas de la Marcha Real y la multitud prorrumpe en una aclamación delirante que ensordece el espacio. La procesión no avanza porque lo impide el gentío; todos quieren colocarse bajo el trono de plata que sostiene a la Virgen; gritan, vociferan, imploran; muchos dejan correr las lágrimas. Nosotros descendemos de la altura para ver la procesión mas cerca, y ante nosotros, que nos hemos arrodillado, pasa la enfervorizada multitud; primero los gallardetes y estandartes, luego los cofrades y comisionados, después una gran masa de gente que se apiña bajo el trono, entonando la monótona canturia de sus peticiones fervorosas, y sobre la masa humana va la Virgen pequeñita, morena y milagrosa, cubierta con su rico manto, adornada con profusión de alhajas valiosísimas y llevando en su rostro la dulce expresión de un amor muy intenso.
La multitud sigue en sus aclamaciones; un rayo de sol se retrata sobre las joyas de la Virgen, reflejando mil chispas de luz; al pasar ante las tiendecillas le arrojan dulces, almendras y torraos; jamás héroe ninguno recibió tal homenaje ni fue de igual manera aclamado. Un gitano le arroja un puñado de monedas y una gitanilla garbosa y pinturera que hay junto a nosotros, llora abundantemente. Y sigue con lentitud la marcha triunfal de la Virgen de Tiscar; la procesión va faldeando las abruptuosidades de Peña Negra y el Castillo; y la multitud no cesa en sus aclamaciones fervorosas, mientras no cesan las campanas de cantar y restallar los cohetes. Al regresar al santuario, la Virgen lleva sobre el trono un niño cieguecito; la masa humana se mueve pesadamente; es imposible la entrada al templo; la Virgen, mirándonos a todos parece que sonríe.
Arrecia el entusiasmo popular, se mueven jadeantes los que portan el trono, todos esperan el milagro y el milagro se ha hecho; el niño paralítico y ciego ha cogido el manto de la Virgen; lloran unos, todos nos emocionamos y pausadamente, dificilmente, los devotos se agolpan a las puertas del templo llevando sobre sus hombros la Virgen milagrosa.
Ya en la iglesia todavía continua el férvido entusiasmo, pero la multitud se aquieta y comienza la solemne festividad religiosa, cuya oración sagrada, a cargo del reverendo párroco don Juan Antonio Sánchez Viana, logró inflamar nuevamente los corazones de los enfervorizados romeros. Su discurso, cálido y vibrante, notabilísima muestra de sus brillantes cualidades oratorias, ha caldeado nuestras almas y ha puesto la emoción de lo bueno y de lo bello sobre nuestros corazones y en la propia iglesia los fieles sin poderse contener, aclaman al sabio párroco.
Y comienza el desfile de romeros; por todos los caminos cabalgan hacia sus viviendas formando inacabables cordones, cabalgatas pintorescas, grupos animadísimos que ríen y charlan jovialmente.
Las fiestas han resultado hermosas y de mucha animación. La gruta maravillosísima de la Cueva del Agua, ha sido muy visitada durante estos días.
La gente joven se ha divertido bastante y han resultado animadísimos los bailes populares y de sociedad, en los que han lucido sus gracias y encantos personalísimos las lindas muchachas que a la romería vinieron tales como Pilar e Isabelita Rodríguez Aguilera, María Teresa y Elisa Aguilera, Julia Segura, Anita Atienza, Aurelia y Maruja Corral, Maria Mesas y Caridad de las Marínas de Quesada; de Peal las señoritas de Láynez y otras muchas de esta y otras provincias, especialmente de la de Granada.
La cantidad recaudada en la Póstula asciende a 7.500 pesetas en metálico, a mas del trigo, ganados y alhajas donados por otros devotos; tal éxito era de esperar dada la valía de la digna comisión que rige los destinos de la Hermandad de Nuestra Señora de Tiscar, en la que figuran personas de tanta respetabilidad como don Antonio Rodríguez Conde, don Bernardo Aguilera Jerez, don Diego Carriazo, don Diego Herrera y don Bautista Palop Marín.
Todos merecen plácemes muy cordiales por sus honradas gestiones para complacer a tantos y tantos forasteros como acuden a esta típica romería, grandiosa manifestación de una fe sincera, difícil de encontrar en los difíciles tiempos porque pasamos.
Las carcajadas alegres de los romeros se han apagado a lo largo del camino y otra vez vuelve el cronista a sumergirse en la sociedad recóndita de esta sierra bravía".
El último domingo de septiembre se celebra también la Romería de San Miguel, también conocida como Fiesta Chica de la Virgen. Antiguamente se toreaban vacas en la plaza que luego se soltaban por el campo.
El 16 de enero se celebran las fiestas de las migas y lumbres de San Antón, donde no falta el cante, el baile y la cuerva y el Domingo de Resurrección la fiesta del Santo o del Hornazo.
Haciendo un alto en la recogida de la aceituna, también se celebra la curiosa Fiesta de los Cargos o Fiesta de la Pascua (porque se celebra en el llamado mes de Pascua, que es como se conoce en estas sierras al mes de diciembre), llamada por otros Fiesta del Dios Chico, que tiene lugar en la aldea de Belerda y que parece ser que tiene su origen en la Guerra de la Independencia cuando un grupo de belerdeños ahuyentaron con un tambor y varias banderas a una patrulla del ejercito invasor.
Los actos comienzan el día 25 a las 12 de la mañana con la recogida de los trajes para los cargos. El dia 26 muy temprano, parte un cortejo presidido por los Cargos (el Primer Capitán, que se encarga de dar una comida, el Segundo Capitán, que saca a la Virgen en procesión, el de la Bandera, que lleva el estandarte y voltea la bandera, el Cargo Chico, un niño vestido de militar y el Guinche, que ayuda a sacar a la Virgen y corre tras la chiquillería) ataviados con trajes del siglo XIX (guerreras militares rojas salvo la del primer capitán que es azul y sombreros napoleónicos) que recorren los tres kilómetros que hay hasta el Santuario de Tiscar, cruzando las aldeas de Don Pedro y Tiscar. Existe un sexto acompañante que no es cargo, el tamborilero, que acompañará a los cargos tocando el tambor.
Al mediodía tiene lugar la procesión de la Virgen de Tiscar. Al terminar la procesión, los "cargos" voltearán la bandera en su honor tras haber recorrido cortijada por cortijada, siendo a su paso obsequiada la comitiva con chacinas salidas de la pasada matanza y el vino de la última cosecha, conocido como "pistolo" o vino de esparteña porque la uva de este vino es pisada con esparteñas nuevas.
Por la tarde se inician los preparativos para la rifa de los cargos del año siguiente en la Plazoleta de la Fuente de Belerda. El día 27 se procede a la entrega de los cargos a los ganadores de la subasta que serán los encargados de preparar la fiesta del próximo año (en el año 2009 se cerró la subasta en la cifra record de 3800 Euros).
Hasta no hace muchos años, era frecuente una costumbre hoy perdida consistente en ofrecer a la Virgen animales y grano como acción de gracias y que después de tasarse, se subastaban el segundo fin de semana de septiembre. Esta subasta era conocida como "La Póstula".
El escritor y poeta pealeño Rafael Láynez Alcalá, así describía la Romería de Tiscar, en un artículo publicado en el diario La Regeneración en Septiembre de 1.920. Sin duda una joya de artículo.
" El cronista, que durante todo el verano ha vivido en la dulce calma de estas sierras magestuosas, asiste por primera vez a la clásica fiesta en la que los hijos de esta región exteriorizan sus sentimientos religiosos para honrar a su Madre Inmaculada bajo la gloriosa advocación de Nuestra Señora de Tiscar.
Siguiendo tradicionales costumbres, la venerada esfigie la trasladan desde la Iglesia parroquial de Quesada al lindo Santuario que, como blanca paloma, se reclina sobre los luminosos alcores de estas abruptas fragosidades y aunque fue muy edificante y consolador el espectáculo que ofrecieron estas gentes sencillas al recibir a su Diosa, en la mañana del pasado día 29, lo fue mucho mas el de la festividad del día 8.
Desde los mas apartados rincones de la comarca, y unos días antes de la fiesta, van acudiendo los romeros; la plaza del santuario se engalana con los típicos tinglados de las ferias populares; a uno y otro extremo de la plaza se han levantado unos graciosos arcos de triunfo, adornado con banderolas y farolillos.
Y en la mañana del día 7, dan comienzo los festejos a los marciales acordes de una musiquilla popular: los romeros, en número bastante crecido, inundan los pintorescos alrededores de la ermita, ofreciendo un cuadro animadísimo de vigoroso color y de amplio movimiento. Muchos vienen descalzos, con los pies sangrantes y anheloso el respirar, vislumbrando con los ojos de su ciega fe un alivio a sus pesares, tal vez imposible, que hará florecer la Virgen de Tiscar; otros muchos, llegan por los senderos andando de rodillas, sudorosos y compungidos, avanzan lenta y dolorosamente a postrarse ante la imagen milagrosa, que les obró tal cual beneficio. Sobre el balcón de la Postula se ha izado la enseña gloriosa, oro y sangre, de nuestra bandera y los romeros acuden a depositar sus ofrendas devotísimas, llevando sobre los hombros los típicos estadales de la virgencica morena.
A las ocho de la noche resulta casi imposible dar un paso por la plaza; diversidad de gentes han acudido de todas partes, deseosas de ofrecer sus plegarias a la reina de nuestros corazones. En la plaza se quema una hermosa colección de fuegos artificiales y el cronista, que contempla desde la altura de una roca el espectáculo, que se ofrece a sus pies, ha visto volar sobre su cabeza unas estrellas luminosas que eran como corazones...los cohetes derraman sus lágrimas de luces, la banda de música entona sus armonías populares y las campanas del santuario voltean locamente, cantando la férvida oración de una fe pura...y hasta nosotros llega el rumoreo de la multitud, semejando los latidos de un corazón gigantesco; hay olor a pólvora ; las luces se envuelven en su caperuza de humo y de polvo; gritan las gentes, callan las campanas, una y otra ves restallan los cohetes y la música bullanguera y popular continua derramando sus armoniosas estridencias, en tanto que las gentes se entregan a las múltiples delicias de las fiestas populares; aquellos pastores engullen buñuelos y beben aguardiente; esotras parejas bailan al aire libre el típico fandango belerdeño, que nos ha parecido una danza primitiva, al oír su música de guitarra y platillos; estotros ofrecen a Baco sus continuas libaciones y todos llevan en sus caras retratada la alegría. Ya mas adentrada la noche, el espectáculo es mas interesante; en todos los ribazos, sobre las rocas, se agolpa la multitud para dormir en promiscuidad con la cabalgaduras que trajeron. La casa de la Virgen, asilo gratuito de los romeros, es insuficiente para contenerles; ocupando todas las habitaciones, desbordándose por corredores y escaleras, se amontonan las gentes para pasar las horas de la madrugada amenizadas con la gritería de los borrachos y de los pícaros que, con sus agudezas y decires, a voz en cuello, son nota típica de esta fiesta popular.
Y amanece el día 8, día de regocijo inusitado, hasta la naturaleza parece favorecernos, ya que para evitarnos el calor sofocante ha entoldado su cielo con ligeras nubecillas; continua la animación de la noche precedente, y es la nota mas interesante del día, la solemnísima procesión de Nuestra Señora de Tiscar. Las blancas paredes del santuario están engalanadas con banderolas multicolores; sobre el altar de la Virgen lucen las candelas que los devotos la ofrecieron, y entre flores y luces aureolada por el incienso, la reina de Tiscar, pequeñita morena y milagrosa, es como un lirio refulgente que consolara nuestros corazones. Un devoto le ha traído un rico manto de terciopelo azul y bordaduras de oro que ostenta la Virgen en esta festividad.
Nosotros subimos al castillo que domina el santuario, queremos admirar el efecto de la monumental procesión desde aquellas escabrosidades, y es poco todo lo que podamos decir para describiros esos momentos de entusiasmo público. Miles de cohetes atruenan el espacio, restallando sordamente entre las oquedades de la Sierra, las campanas dicen sus cantos triunfales en volteos vertiginosos, la multitud se agolpa en la puerta del santuario, surge una larga fila de gallardete y estandartes, mostrando la policromía de sus sedas y bordados; la masa humana oscila pesadamente y bajo el dintel de la puerta se nos aparece la milagrosa efigie de la Virgen de Tiscar.
Nuestro corazón se ha sobrecogido ligeramente al restallar los cohetes con mas fuerza; llegan hasta nosotros las bravías notas de la Marcha Real y la multitud prorrumpe en una aclamación delirante que ensordece el espacio. La procesión no avanza porque lo impide el gentío; todos quieren colocarse bajo el trono de plata que sostiene a la Virgen; gritan, vociferan, imploran; muchos dejan correr las lágrimas. Nosotros descendemos de la altura para ver la procesión mas cerca, y ante nosotros, que nos hemos arrodillado, pasa la enfervorizada multitud; primero los gallardetes y estandartes, luego los cofrades y comisionados, después una gran masa de gente que se apiña bajo el trono, entonando la monótona canturia de sus peticiones fervorosas, y sobre la masa humana va la Virgen pequeñita, morena y milagrosa, cubierta con su rico manto, adornada con profusión de alhajas valiosísimas y llevando en su rostro la dulce expresión de un amor muy intenso.
La multitud sigue en sus aclamaciones; un rayo de sol se retrata sobre las joyas de la Virgen, reflejando mil chispas de luz; al pasar ante las tiendecillas le arrojan dulces, almendras y torraos; jamás héroe ninguno recibió tal homenaje ni fue de igual manera aclamado. Un gitano le arroja un puñado de monedas y una gitanilla garbosa y pinturera que hay junto a nosotros, llora abundantemente. Y sigue con lentitud la marcha triunfal de la Virgen de Tiscar; la procesión va faldeando las abruptuosidades de Peña Negra y el Castillo; y la multitud no cesa en sus aclamaciones fervorosas, mientras no cesan las campanas de cantar y restallar los cohetes. Al regresar al santuario, la Virgen lleva sobre el trono un niño cieguecito; la masa humana se mueve pesadamente; es imposible la entrada al templo; la Virgen, mirándonos a todos parece que sonríe.
Arrecia el entusiasmo popular, se mueven jadeantes los que portan el trono, todos esperan el milagro y el milagro se ha hecho; el niño paralítico y ciego ha cogido el manto de la Virgen; lloran unos, todos nos emocionamos y pausadamente, dificilmente, los devotos se agolpan a las puertas del templo llevando sobre sus hombros la Virgen milagrosa.
Ya en la iglesia todavía continua el férvido entusiasmo, pero la multitud se aquieta y comienza la solemne festividad religiosa, cuya oración sagrada, a cargo del reverendo párroco don Juan Antonio Sánchez Viana, logró inflamar nuevamente los corazones de los enfervorizados romeros. Su discurso, cálido y vibrante, notabilísima muestra de sus brillantes cualidades oratorias, ha caldeado nuestras almas y ha puesto la emoción de lo bueno y de lo bello sobre nuestros corazones y en la propia iglesia los fieles sin poderse contener, aclaman al sabio párroco.
Y comienza el desfile de romeros; por todos los caminos cabalgan hacia sus viviendas formando inacabables cordones, cabalgatas pintorescas, grupos animadísimos que ríen y charlan jovialmente.
Las fiestas han resultado hermosas y de mucha animación. La gruta maravillosísima de la Cueva del Agua, ha sido muy visitada durante estos días.
La gente joven se ha divertido bastante y han resultado animadísimos los bailes populares y de sociedad, en los que han lucido sus gracias y encantos personalísimos las lindas muchachas que a la romería vinieron tales como Pilar e Isabelita Rodríguez Aguilera, María Teresa y Elisa Aguilera, Julia Segura, Anita Atienza, Aurelia y Maruja Corral, Maria Mesas y Caridad de las Marínas de Quesada; de Peal las señoritas de Láynez y otras muchas de esta y otras provincias, especialmente de la de Granada.
La cantidad recaudada en la Póstula asciende a 7.500 pesetas en metálico, a mas del trigo, ganados y alhajas donados por otros devotos; tal éxito era de esperar dada la valía de la digna comisión que rige los destinos de la Hermandad de Nuestra Señora de Tiscar, en la que figuran personas de tanta respetabilidad como don Antonio Rodríguez Conde, don Bernardo Aguilera Jerez, don Diego Carriazo, don Diego Herrera y don Bautista Palop Marín.
Todos merecen plácemes muy cordiales por sus honradas gestiones para complacer a tantos y tantos forasteros como acuden a esta típica romería, grandiosa manifestación de una fe sincera, difícil de encontrar en los difíciles tiempos porque pasamos.
Las carcajadas alegres de los romeros se han apagado a lo largo del camino y otra vez vuelve el cronista a sumergirse en la sociedad recóndita de esta sierra bravía".
El último domingo de septiembre se celebra también la Romería de San Miguel, también conocida como Fiesta Chica de la Virgen. Antiguamente se toreaban vacas en la plaza que luego se soltaban por el campo.
El 16 de enero se celebran las fiestas de las migas y lumbres de San Antón, donde no falta el cante, el baile y la cuerva y el Domingo de Resurrección la fiesta del Santo o del Hornazo.
Romería de la Virgen a su paso por el túnel de Tiscar. Años 50
Romería de la Virgen a su paso por el túnel de Tiscar. Años 50
Rafael Zabaleta en la Romería de la Virgen.
Tunel del Santuario de Tiscar.
Años 50
Tunel del Santuario de Tiscar.
Años 50
Romería de la Virgen a su paso por el túnel de Tiscar. Años 80
Los actos comienzan el día 25 a las 12 de la mañana con la recogida de los trajes para los cargos. El dia 26 muy temprano, parte un cortejo presidido por los Cargos (el Primer Capitán, que se encarga de dar una comida, el Segundo Capitán, que saca a la Virgen en procesión, el de la Bandera, que lleva el estandarte y voltea la bandera, el Cargo Chico, un niño vestido de militar y el Guinche, que ayuda a sacar a la Virgen y corre tras la chiquillería) ataviados con trajes del siglo XIX (guerreras militares rojas salvo la del primer capitán que es azul y sombreros napoleónicos) que recorren los tres kilómetros que hay hasta el Santuario de Tiscar, cruzando las aldeas de Don Pedro y Tiscar. Existe un sexto acompañante que no es cargo, el tamborilero, que acompañará a los cargos tocando el tambor.
Al mediodía tiene lugar la procesión de la Virgen de Tiscar. Al terminar la procesión, los "cargos" voltearán la bandera en su honor tras haber recorrido cortijada por cortijada, siendo a su paso obsequiada la comitiva con chacinas salidas de la pasada matanza y el vino de la última cosecha, conocido como "pistolo" o vino de esparteña porque la uva de este vino es pisada con esparteñas nuevas.
Por la tarde se inician los preparativos para la rifa de los cargos del año siguiente en la Plazoleta de la Fuente de Belerda. El día 27 se procede a la entrega de los cargos a los ganadores de la subasta que serán los encargados de preparar la fiesta del próximo año (en el año 2009 se cerró la subasta en la cifra record de 3800 Euros).
Procesión de la Virgen a su salida del Santuario donde podemos reconocer a Carlos, a Teodora, a Conso y a Pepe Tiscar.
Años 80.
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