La fuente de Tiscar es uno de esos lugares de los que mejores recuerdos tengo de mi infancia. Fueron muchas las horas que allí pasé haciendo travesuras propias de la edad. Pasábamos tardes enteras mojando a la gente que por allí pasaba o cogiendo renacuajos del pilón...Y el Santero, el Tío Càrlos, peleando con nosotros.
En esta fuente de dos caños, se puede observar un escudo labrado en piedra, consistente en un lucero, un castillo y las diez cabezas de moros cortadas en alusión a la historia de la conquista por parte de Pedro Hidalgo del Castillo de Tiscar.
Cinco testas de moros un par de veces
son trofeo al escudo de los Dieces
y un lucero también en otra parte
que su luz a los mismos fiel reparte
El agua viene de un nacimiento situado unos metros mas arriba y es de gran calidad.
Antiguamente, los vecinos de Tiscar se abastecían de agua de esta fuente, hoy en desuso y seca.
En la actualidad, es la única fuente potable de la zona, ya que el agua de las fuentes del Vadillo y del Candilejo (aunque no exista ningún cartel que así lo indique), no son potables al venir directamente del río.
Existe una leyenda que relata que en una tarde de verano, se encontraban dos ancianos de Tiscar tomando el fresco en esta fuente. En ese momento, llegaron dos forasteros sedientos que bebieron abundante agua de los caños de esta fuente. Mientras se secaban la boca después de comprobar la calidad del agua, uno de los ancianos dijo a los forasteros:
Perdonen, ¿saben ustedes que todo aquel que bebe agua de esta fuente...se muere?
Los forasteros, blancos como la nieve por la noticia que habían recibido, agacharon la cabeza y comenzaron a andar pensando cuanto tiempo pasaría para que se cumplieran los augurios del viejo.
Cuando iban ya por la mitad de la plaza, el anciano les recriminó de nuevo y les dijo:
¿Pero saben ustedes que el que no bebe agua de esta fuente...también se muere?
Los forasteros no pudieron hacer otra cosa que soltar una fuerte carcajada pensando que efectivamente, se beba agua de esa fuente o no se beba, en este mundo no se queda nadie.
Junto a la fuente y en una losa de piedra, se encuentran esculpidos unos versos de Antonio Machado dedicados a la Virgen de Tiscar y a la Sierra de Quesada en homenaje al poeta sevillano que el pueblo de Quesada le honró en el año 1959, coincidiendo con el XX aniversario de su muerte.
En la sierra de Quesada
hay un águila gigante,
verdosa, negra y dorada,
siempre las alas abiertas.
Es de piedra y no se cansa
Pasado Puerto Lorente,
entre las nubes galopa
el caballo de los montes.
Nunca se cansa: es de roca
En el hondón del barranco
se ve al jinete caído,
que alza los brazos al cielo.
Los brazos son de granito.
Y allí donde nadie sube
hay una virgen risueña
con un río azul en brazos.
Es la Virgen de la Sierra.
Este hermoso poema, fue escrito por Antonio Machado con motivo del viaje que realizó a la Sierra de Cazorla y a Tiscar en el año 1.917 y que fué dedicado por el poeta en autógrafo y antes de su edición a la Historiadora de Arte y Profesora Dª. María Elena Gómez-Moreno.
A este viaje lo acompañaron su hermano Joaquín (que había acudido a Baeza a visitar a Antonio), D. Cristobal Torres y el farmacéutico Almazán. Partieron de Baeza hasta Cazorla pasando por Úbeda. Continuaron el trayecto hasta Peal de Becerro y allí se agregaría al viaje Rafael Láynez Alcalá.
En este trayecto escribía Machado "Los Olivos": "Olivares. Los olivos/están en flor. El carricoche lento/al paso de dos pencos matalones/camino hacia Peal/Campos ubérrimos."
Sobre este viaje también escribió Antonio Navarrete (Baeza y Machado): " Después de recoger en Peal de Becerro a Rafael Láynez Alcalá, alumno predilecto del poeta y en Quesada a D. Serapio Corral, el amigo que acompañaba a D. Antonio en sus paseos diarios de Baeza a Úbeda, llegan los excursionistas al Santuario de Tiscar. En Tiscar hizo Machado un hermoso poema a la Sierra de Quesada y a su Virgen"
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