miércoles, 6 de marzo de 2013

Atalaya del Puerto de Tiscar


  En el punto mas elevado y estratégico del Puerto de Tiscar (antiguamente conocido como Puerto Ausín), situado a 1.189 metros de altitud, se encuentra un Atalaya construida en el siglo XIV por el Infante D. Enrique y antiguamente también conocida con el nombre de Torre de las Ahumadas, debido a que era habitual prender fuego de noche y "ahumadas" de día, para avisar de la presencia del enemigo a grandes distancias.




   Juan de Mata Carriazo, narra en su obra En la frontera de Granada que "El Infante D. Enrique, llamado el Senador, es una de las figuras mas interesantes de de nuestro siglo XIII, que alcanzó cuatro reinados y corrió maravillosas aventuras, así dentro de la península como en Túnez y en Italia. Nacido entre 1225 y 1230 (y muerto en Roa, el 11 de agosto de 1303), era el mediano de los hijos de D. Fernando (Fernando III el Santo) y Dª. Beatriz, menor que D. Alfonso (X el sabio), D. Fadrique y Dª. Berenguela, monja de las Huelgas de Burgos, y mayor que D. Felipe, D. Manuel y D. Sancho; a cuya prole vinieron a sumarse los hijos del segundo matrimonio del Rey Santo con Dª. Juana Ponthieu, a saber: D. Fernando, Dª. Leonor y D. Luis. Descendencia harto mas numerosa de lo que convenía para la tranquilidad del reino".


Plantó la torre altiva un viejo infante
gloria y espanto de su tiempo rudo
que un mal amor purgó con vida errante.
Yo te tomo, atalaya, por mi escudo,
que, como tu, mi corazón amante,
espera firme, impenetrable, mudo.

     

Atalaya. Puerto de Tiscar

   Junto con el Castillo de Tíscar, constituye otro de los vestigios que prueba la importancia que tuvo Quesada en la Edad Media y cuya función era la de vigilar el movimiento de tropas en el camino del reino nazarí de Granada en la época de la Reconquista.
   Su estratégica posición, debió convertirlo en un elemento constante de disputa entre musulmanes y cristianos.


 
   Se calcula que fue construida entre 1299, fecha en que D. Enrique fue reconocido adelantado mayor de Andalucía y 1302, fecha de la conquista de Quesada por el Rey de Granada Abu-Abdala (Mohamed III).

En la roca del puerto, descarnada,
que el viento azota en bárbara porfía,
alza su mole, recta, escueta y fría,
este recuerdo de una edad parada.
La fábrica, imponente y reservada,
mantiénese perfecta, y le diría
que aún en su almena un centinela espía
el castillo del moro, en la Cañada.
Plantó la torre altiva un viejo Infante,
gloria y espanto de su tiempo rudo,
que un mal amor purgó con vida errante.
Yo te tomo, atalaya, por mi escudo,
que, como tú, mi corazón amante,
espera firme, impenetrable, mudo.

                         (Rafael Láynez Alcalá)




 Atalaya. Años 40.


 Atalaya. Año 2014

     Desde lo alto de esta torre vigía desde la que se controla tanto el castillo de Tiscar como el de Quesada, se puede divisar la llanura de Pozo Alcón, Sierra Nevada, y los valles de los ríos Extremera, Béjar y Majuela hasta los pueblos de Baeza, Torreperogil, Úbeda, Santo Tomé, Villacarrillo e Iznatoraf.


                                                                Vista desde el Atalaya del Puerto de Tiscar. Al fondo Castillo de Tiscar


 Vista desde el Atalaya del Puerto de Tiscar. Al fondo Quesada





 Vista desde el Atalaya del Puerto de Tiscar. Al fondo Las Carboneras




 Picón del Rayal

    Se trata de una torre cilíndrica de mampostería regular y sillarejo, cuerpo inferior macizo, puerta de acceso por el lado del barranco de Tiscar situada a 3,5 metros de altitud, aposento en el cuerpo superior cubierto con bóveda de media naranja y tramo último desmochado.



   Tiene un perímetro de 16,10 metros por la base y 10,40 metros de altura. El grosor del muro es de 1,30 metros.














 

 
   Aún se conservan sobre la puerta del arco de acceso dos escudos, destacando el inferior con dos torres y dos cruces calatravas que podría ser el escudo del Infante D. Enrique.
  

Atalaya puerto de tíscar en Fique #178769

                                                                                 Escudo del Infante Don Enrique.

   El escudo superior, prácticamente borrado, parece ser que pueda tratarse del escudo real de Fernando IV o el de la mitra de Toledo.  







   Podemos observar todavía restos del antiguo camino de acceso al Atalaya en mal estado de conservación.









   Inspirado en el Atalaya del Puerto de Tiscar, el beato Manuel Lozano Garrido (Lolo) escribió "Crepúsculo de Otoño en Tiscar":


Un sayal de penitencia 
visten los picos enhiestos
y el horizonte se sangra
en un llanto de cerezos.
Brillan cendales de oros
al tornasol de los vientos
oro en ubérrimos valles,
oro en los chopos erectos,
oro en las cumbres bravías,
oro mar en los almendros.

Que en la atalaya del Puerto
la tarde se está muriendo.

Por la cañada del río
va un rumorcillo muy quedo
que, entre temblores de mimbre
y aroma de los espliegos,
dice el agua a las estrellas
susurros de amor eterno.
Los senderos se han dormido.
Sobre el castillo cimero,
la aguja de Peña negra
ensarta grumos de cielo

Que en la atalaya del Puerto
la tarde se está muriendo.

En la quietud de los valles,
- telar de líricos vuelos-
un grillo teje en la rueca
de su son, tules de ensueño.
Se ha estremecido una alondra
y el tremolar de un jilguero
monta su guardia una estrella
en nubes blancas de incienso
y  el aire es solo un liviano
cristal ambarino y terso.
Calla el aire; duerme el prado
en regazo de silencio;
silencio que en leve arrullo
a la Virgen da diciendo;

Que en la atalaya del Puerto
la tarde se está muriendo.

El crepúsculo de Tiscar
llamea tras los oteros
mientras el sauce suspira
la ausencia del molinero
y madura el fruto verde
gravitando en el almendro.
Es el instante del éxtasis
entre la tierra y el cielo,
entre la forma y lo íntimo,
entre la vida y sus sueños
el que a la Reina corona
con el haz de sus reflejos.
Éxtasis de sol y luna
que oyen con dulce embeleso
el dialoguillo que hilan
la paloma y el lucero:

- Lucero, ¿por que hoy estrenas
en tu rielar rayos nuevos?.
- Paloma, ¿por que empavesas
los arruyos de tu pecho?.
- Quiero ser voz mensajera,
quiero ser dosel y verso,
que hoy al Niño, la Señora
enseña en su andar primero.
- Quiero ser luz diamantina,
antorcha del gran portento,
que a Jesús la Madre tierna
llorando le va diciendo:
- Espera, Hijo mío, espera
y escucha mi dulce anhelo.
No poses tu pie de nardo
sobre un camino de cieno;
mira que crueles espinas
te llegaron sin remedio.
Déjame azucena henchida,
déjame andar mi sendero,
que hijos tuyos hoy tendrán
Redención en mi desvelo.
- Mira Jesús, que de lirio,
me están el alma vistiendo
la aguja de sus afanes
y el humano menosprecio.
No llores, Madre, no llores,
porque en tus ojos yo quiero
florezca la luz del mundo
en su amoroso consuelo.

Se ha desecho ya el encanto,
ya las voces se perdieron,
ya todo lo acuna el río
con la nana de sus ecos.
Sobre la torre encrespada
de un homenaje postrero,
rutilante faro y guía
de este Belén navideño,
brilla el lucero de Tiscar,
cantando en el firmamento.

Que en la atalaya del Puerto
la tarde se está muriendo.


   Desde el Atalaya son impresionantes las vistas de la Cuerda del Rayal y Picón del Rayal (también conocida con el nombre de Cordillera de Los Agrios) de 1.834 metros de altitud, del Picón del Guante, de 1.931 metros de altitud y del Aguilón del Loco (conocido también como Cerro Villalta) de 1.956 metros de altitud.


 Picón del Rayal, Picón del Guante y Aguilón del Loco desde el Atalaya



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